Santo Domingo, 6 de mayo 2017.- En el
análisis de coyuntura celebrado este sábado en el Centro Bonó, denominado
“Derecho a un trabajo digno, presente y futuro en República Dominicana”, se
hizo énfasis en la importancia de la eliminación de la precariedad laboral, la
oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la igualdad
de oportunidades y de trato para todos, mujeres
y hombres, y la adecuación del mercado de trabajo como claves para una
sociedad más inclusiva y un desarrollo más pleno de las personas.
Según
afirmaron varios de los ponentes en el foro, los cambios son veloces y tenemos
por delante una coyuntura difícil en el ámbito económico y social, ya que pese
al alto crecimiento de los datos macroeconómicos del año pasado, en República
Dominicana el 20% de los empleados públicos y el 90% de los pensionados ganan 5,117
pesos, y el salario mínimo nacional promedia los 9 mil pesos. Igualmente, los
estudios revelan que en el año 2016
todavía había 3,213,740 dominicanos y dominicanas en condiciones de pobreza. Estos
datos nos llevan a la necesidad de que el estado intervenga para mejorar la
calidad de los medios de vida, a garantizar que los trabajadores devenguen
salarios justos acordes con sus necesidades, a que se establezca un pacto fiscal
por la sostenibilidad, la reducción del déficit y la lucha contra la corrupción
y la impunidad como retos y desafíos que están en la calle y que debemos de
afrontar como país.
Desde una óptica cristiana,
y en palabras del Papa Francisco, el trabajo es sagrado, expresa la dignidad de
la persona humana y fortalece fundamentalmente a la institución familiar. Es
por este motivo que la gestión de la
ocupación es una gran responsabilidad humana y social, que no puede ser dejada
en las manos de unos pocos o descargada sobre un ‘mercado’ deshumanizado que no
entiende la responsabilidad social que tiene con respecto a los grupos más
vulnerables. Prueba de ello lo hemos tenido con la lucha por el aumento de un
20% al salario mínimo privado no sectorizado donde después de meses y meses de
duras negociaciones ha tenido que ser fraccionado para evitar seguir a otras
instancias y continuar sin que los trabajadores recibieran el incremento.
En conclusión, estamos
viviendo un tiempo providencial, un tiempo en el que todos nos debiéramos sentir
convocados a luchar contra la precarización, vulnerabilidad y el empobrecimiento laboral y se nos plantean
unos retos difíciles pero posibles para transformar el mundo del trabajo en el
horizonte de la justicia social que como sociedad tanto anhelamos.
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