No quiero cerrar estas
palabras sin expresar mi más sincero agradecimiento a todos los hombres y
mujeres que, desde que se conoció esta situación, trabajan día y noche para
proteger a la población dominicana.
Personas que no han
dudado un momento en poner toda su entrega y dedicación al servicio de la
gente, especialmente de los más vulnerables, sin importarles la cantidad de
horas de trabajo o el esfuerzo necesario.
Pongamos todos, como
ciudadanos y ciudadanas, nuestra confianza en cada uno de ellos. En la
preparación de nuestros médicos, de nuestras enfermeras y de todo el personal
de atención. En la capacidad de aquellos que están coordinando las acciones y
en la vocación de servicio de quienes garantizan el orden.
Pero, sobre todo,
pongamos toda nuestra fe en nuestras propias capacidades, en lo que somos
capaces de superar unidos, los dominicanos y dominicanas.
Es verdad, estamos ante
la alerta de salud pública más grave de las últimas décadas.
Pero también estamos
ante uno de esos momentos de la historia que nos muestran la verdadera grandeza
de los seres humanos.
Ser dominicano siempre
ha significado hacer frente a los desafíos con valor y plantarle cara al futuro
con optimismo, y ¡esta vez no será la excepción!
No dejemos que el miedo
nuble nuestra mirada, despojémonos de todo egoísmo y veamos en cada compatriota
a un miembro de nuestra gran familia.
Actuemos con templanza,
con racionalidad y pensando siempre en lo realmente importante, lo que debe
unirnos ahora, lo que todos queremos preservar: la salud de nuestro abuelos y
padres, de todos aquellos que son ahora más vulnerables, y por supuesto, de
nuestros hijos e hijas.
Pensando en todos ellos
nos será más fácil hacer frente a las dificultades y afrontar juntos cualquier
incomodidad que nos toque vivir estos días.
Ya hemos demostrado en
numerosas ocasiones que ante las dificultades nos hacemos grandes y ponemos
siempre primero el bien común.
Demostremos una vez más
nuestro sentido de Patria, recordemos los mejores valores que nos enseñaron nuestros
padres fundadores.
No me cabe la menor
duda que esos mismos valores nos harán actuar unidos una vez más y nos
permitirán sobrepasar esta dificultad convertidos en una nación aún más fuerte.
Dominicanas y
dominicanos,
Tengamos fe de que este
mal no nos destruirá, no por mis fuerzas, ni por las fuerzas de ustedes, sino
por el poder de Dios.
Tal como dice las
sagradas escrituras en segunda de Crónicas 7:14, “Si se humillare mi pueblo,
sobre el cual mi nombre es invocado y oraren, y buscaren mi rostro, y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
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