Lo ocurrido al mediodía del 6 de septiembre último al
ginecólogo Julio Gómez Ramírez, asaltado junto a un sobrino suyo al llegar a su
residencia, pone en evidencia que estamos en manos de nadie y que en lugar de
recibir protección por ser atacado por un delincuente le mandaran al calabozo
porque una muchedumbre evitó que le mataran al caerle encima al atacante, lo
que en buena lid es visto por la población como una injusticia con el médico.
Este ginecólogo, en lugar de estar en sus quehaceres
contribuyendo con quienes necesitan sus servicios, se encuentra tras la reja
porque no se dejó matar. Asumo que Jesucristo debe acercarse por estos lares
para que vea la injusticia de la justicia.
Es obvio que este médico, a su edad, no está en condición
de enfrentar a un joven que pistola en mano entró la mano en el bolsillo donde el
ginecólogo tenía 48 mil pesos que había retirado minutos antes de un banco para
repagar su vivienda.
Los golpes al asaltante que hacía un mes había salido de la
cárcel de La Victoria puso fin a “Lagrimita” quién, probablemente, no recibió
la orientación adecuada para que cambiara su estilo de vida.
Es importante no dañar a ningún ser humano, no desear lo
del otro, sino lo que se pueda conseguir con esfuerzo propio. Al final, nadie
se lleva nada de las tantas cosas que posee y probablemente la disfrute quien
usted menos se espera. Y….si el doctor no linchó a su atacante, no debe estar
tras las rejas porque de lo contrario sería una Injusticia con el médico.
EL PAÍS QUE QUEREMOS
Casi todos hablamos del país que
queremos. Sólo hace falta que cada ciudadano ponga su granito de arena para que
ese deseo intrínseco pase a ser una realidad. ¿Cómo? ¡Fácil! Basta con que cada
quien ponga su grano de arena. Somos dados a reclamar, pero no a servir.
Queremos, por ejemplo, una ciudad
limpia. Sin embargo, si se tira la basura en las aceras en lugar de un zafacón
se opaca la belleza el entorno. Si barre su frente le dará una visión distinta
a su espacio. Si rompes una bombilla que usted no puso, está haciendo daño
porque si pasa nueva vez por el lugar es probable que pise donde no es y esto
le provoque alguna lesión.
El país es de todos y por tanto
debemos cuidarlo. Si se hace énfasis en la limpieza los visitantes valoran ese
detalle, lo mismo que si fuere lo contrario. Su casa, por ejemplo, dice como es
usted lo mismo que su entorno.
Debemos adorar nuestro espacio, los
48.442 km² que pertenecen a la República Dominicana, y sentirnos orgullosos de
lo que tenemos y de lo que cada quien pueda hacer para que sea mucho mejor. En
fin, es un asunto de todos en cualquier rincón donde se encuentre un
quisqueyano en esta zona bendecida por Dios.
POR: CÁNDIDA FIGUEREO
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