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La familia es la primera unidad de una sociedad y Pedernales no escapa a
ella, pues desgraciadamente está ubicada
en la frontera y sobre todo cerca de Haití, donde le ha tocado vivir malos
momentos, pero más que eso vivir mirando tantas cosas que al parecer escapan de
las manos de quienes tienen el poder para evitar o erradicarlas.
En más de seis semanas los pobladores de esta lejana ciudad de la Rep. Dominicana,
ha vivido tentada por un vecino que por no tiene control y ha querido mantener un
impasse con el mercado dominico haitiano que se estableció hace varios años, con
los propósitos de ayudar a las familias a liberarse de la canasta y a no tener
que ir tan lejos para adquirir los alimentos indispensable.
La provocación a que tienen sometidos el vecino a estos pobladores ha
pasado una y otra vez lunes y viernes de cada semana cuando se ha establecido
el negocio libre para que ambos pueblos puedan adquirir los productos y mercancías
sin violencias y actitudes malsanas, como la que cada vez imprimen los
pobladores vecinos.
Lo que parece ser es que en el lado haitiano no hay ley, pero mucho
menos quien le ponga un Stop a las acciones desmedidas de haitianos, que lo que
quieren es pescar en mal revuelto, entre dos naciones que deben vivir en paz y
en el sosiego de la familia.
Es lamentable que dos naciones que pisan la misma tierra, no tengan
quienes eviten el caos que se pueda en un futuro originar y que cuando se le
quiera poner control sea demasiado
tarde.
Van por tres ocasiones que haitianos se han dedicado a lanzar piedras
contra la estructura de las instalaciones del mercado, lo que parece ser que
los hijos de dentro de casa hacen lo que le venga en gana y no haya quien le
llame la atención para que no sigan en los mismo. Valoremos las cosas que se
han creado con un espíritu de colaboración como ha sido el norte de los
dominicanos que apreciamos la vida.
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