ODALÍS BÁEZ / RAFAEL FRANCO---
Pedernales.- Aunque el control militar se hace tedioso a la salida de un badén en la carretera que da acceso al mercado fronterizo, el negocio dominico-haitiano en medio de la crisis económica que viven las comunidades de la región, se ha convertido en un aliciente para pequeños comerciantes y cabezas de familias de ambos lados, que así como este viernes, llegan a comprar ropas, zapatos y mercancías de medio uso, así como productos agrícolas.
Este viernes, el desplazamiento de visitantes del interior del país se duplicó, muchos en busca de comprar ropas y otros para adquirir productos agrícolas tales como yautía, Ñame, tomates, remolachas, guineos, plátanos y otros.
Producto del desplazamiento de esas personas al parecer los controles del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (CESFRONT), y otros militares, se ha duplicado, observándose la constantes requisas a los minibuses y otros vehículos que entran y salen hacia Pedernales y el interior del país.
Los mismos controles se percibió en la fortaleza Enriquillo del Ejército, y otros chequeos establecidos en la carretera que enlaza a Pedernales con comunidades de la Costa hasta Barahona.
El mercado fronterizo, no es más que donde todo el que lo ve como medio de sobre vivencia humana, quiere ir a comprar ropa, tenis y zapatos, para transportar y revender en sus comunidades, excepto ajo, arroz, whisky y otros productos prohibidos, su veda en gran cantidad que son vendidos por comerciantes haitianos.
Aunque el mercado presuntamente es un libre comercio y donde se permite que comerciantes haitianos vendan productos manufacturados, así como ajos, arroz, azúcar y otros, nadie puede comprar que no sea alguna libra para consumo familiar, pero no para transportar en vehículos, porque de hacerlo son incautados a su salida.
Personas consultadas que viajan de comunidades del Sur, especialmente el fin de semana, ven como muy tediosos las requisas en el lugar denominado el Badén donde un grupo de soldados del CESFRONT los detienen, lo que entienden no se concibe porque mas adelante los mismos vehículos son requisado, convirtiéndose en una triple función militar.
“Ya todo el que llega al mercado fronterizo sabe que la venta en gran cantidad de ajos, arroz y ni se diga de bebidas alcohólica, están prohibidas y que de comprarlas, son incautadas por los puestos de chequeos”, expresó una de las personas que llegó este viernes al negocio bilateral.
En el negocio fronterizo pequeños comerciantes de la comunidad de Pedernales se nutren de productos agrícolas para vender en ventorrillos, mientra otros, compran ropas para los mismos propósitos, de los cuales sobreviven las familias, frente a una situación económica por la que atraviesa la comunidad.
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